martes, 9 de noviembre de 2010

Incursionando En El Cine!


DON QUIJOTE COMO CARNAVAL Y CULTURA POPULAR

Evidentemente, la novela Don Quijote es parte central de la historia de la risa, esa otra catarsis corporal dejada de lado por las teorizaciones literarias. La risa y lo popular van unidas en Don Quijote. El personaje Sancho las unifica. Pero al ingresar en la obra, se transforman también en un elemento político. Sancho como escudero es el campesino pobre marginado en España. No solo a través de él ingresa el contexto de la vida material y cotidiana a la novela; lo hace con el propio don Quijote, desde la primera fase, y a través de muchos otros de los centenares de personajes que aparecen en la novela. Esta es una asignación de un gran rol al pueblo. Un pueblo inteligente, típico, no domesticado, pleno de sabiduría popular, antiabsolutista.

Siguiendo la idea central de Bajtín de que la vida es dual, la novela muestra cómo lo festivo relativiza lo serio. El único género que intentaría capturar la dualidad de la vida es la novela, y por eso su heterogeneidad y heteromorfismo. Por largo tiempo, las formas literarias cómicas han sido relegadas en la historia literaria. Lo festivo introduce el lenguaje común, oral, cotidiano, para que pueda participar, como discurso legítimo, con otros discursos serios y sublimes. Así, el mundo de Don Quijote se hace horizontal, abandonando la rígida estructura medieval, vertical y valórica, atemporal, abriendo, en cambio, un espacio democrático e histórico, horizontal y familiar, representado por las tres salidas de don Quijote por los campos de la península.

El diálogo entre lo serio y lo cómico, lo erudito y lo folclórico será un interactuar abierto, no finalizado. Dos verdades y más surgirán de esta circunstancia. El canon clásico convergerá con un canon (no formulado) popular e incipientemente moderno. La novela se conforma como una nueva conciencia nacida de la intersección de muchos lenguajes, en una multiplicidad de estilos. Aún antes de la manifestación plena del barroco en España, Cervantes considera las limitaciones de esta visión de mundo, donde la risa y lo cómico no tienen lugar. Su novela es una advertencia. Lo oral y popular chocan con lo jerárquico y dogmático. Se invierte la jerarquía, los sujetos se hacen iguales, y esta desconstrucción o negación positiva es, a la vez, un acto crítico y creativo.

Don Quijote es una gran novela porque lo solemne y lo festivo cohabitan en un diálogo franco, en una suma de lo superior y lo inferior (en géneros discursivos, clases sociales, paradigmas epistemológicos). Hay una carnavalización de lo alto, y la palabra del autor se hace ambivalente y bivocal. Don Quijote es una novela abierta a diferentes concepciones de la verdad. Lo carnavalesco emerge con elementos provenientes de la cultura pagana, tal como algunos de los títulos de los capítulos, donde deidades clásicas hacen su reaparición.

También es parte del carnaval la adopción de una nueva identidad, de una máscara. Esto acontece con ambos personajes principales. Los dos adoptan una máscara (tema carnavalesco por excelencia). Sancho, el campesino, llega a ser escudero, y don Quijote, dueño de una pequeña hacienda, llega a ser caballero.

Todo esto convierte a Cervantes en un artista en pugna, con una obra donde dialogan dos culturas, dos tiempos históricos, dos visiones de la vida. Dadas las limitaciones del discurso serio, la risa le permite a Cervantes pues el surgimiento de otra verdad, convirtiéndose la novela en un vocabulario transcultural. No podía ser de otra manera, en una época de una gran transformación de sistemas políticos, económicos, religiosos, culturales y artísticos.

Dialogos Con Borges! Roberto Alifano

-Borges, usted confesó alguna vez que en su vida había leído muy pocas novelas; entre ellas el Quijote, cuya segunda parte relee a menudo. Recientemente usted ha escrito un prólogo para una versión italiana del Quijote, ¿no cree que sería oportuno hablar de ese texto suyo y, por ende, de la obra capital de Cervantes?
-Lo primero que cabría decir es que en el Quijote hay, por lo menos, dos argumentos: uno, el argumento ostensible; es decir, la propia historia del ingenioso hidalgo, y el otro, el argumento íntimo, que yo creo que es el verdadero tema: la amistad de don Quijote y de Sancho. Ese es un tema que se ha repetido después en la literatura, quizá el ejemplo más famoso sea Bouvard et Pécuchet, de Gustave Flaubert, donde lo más importante es la amistad de esos dos infelices. Tenemos, luego, un ejemplo menor: El Fausto de Estanislao del Campo, cuyo verdadero argumento no es, como creía Leopoldo Lugones, la parodia del doctor Fausto, sino la amistad de los dos aparceros. Pero a mí se me ocurre que podemos pensar en un tercer argumento. Eso me ha llevado a concebir un cuento, que aún no he escrito y del que no puedo revelar nada, sobre el último capítulo del Quijote. Sólo puedo adelantar que ésta será la historia de Alonso Quijano que quiere ser Don Quijote y trata de serlo, ya sobre el final de su vida. De modo que ahí tenemos un tercer argumento. Sobre el primer argumento, el de las aventuras que todo el mundo conoce, recuerdo que dijo Juan Ramón Jiménez, que debemos imaginar un Quijote con otras aventuras, y que ese Quijote podría ser esencialmente el mismo. En este momento, sin embargo, las aventuras son lo que menos me interesa. Yo creo que lo que más interesa son los dos caracteres. Y a mí sobre todo, en la actual circunstancia en la que estoy a punto de escribir ese cuento sobre el Quijote, el último de ellos: es decir, el de Alonso Quijano que quiere ser al final de su vida don Quijote.
 
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-El Quijote está dividido en dos partes. Al comienzo don Quijote y Sancho son dos personajes un tanto inexplicables que se unen e inician sus aventuras y que reciben su esperada cuota de befas y de palizas. En cambio, en la segunda parte todo cambia. Cuando el hidalgo y su escudero hacen su otra salida ya la gente los conoce. Por consiguiente, todos los personajes de la segunda parte vienen a ser cómplices de la locura de don Quijote. Esa diferencia esencial la anota usted también en su ensayo anterior que escribió sobre la gran novela de Cervantes; además usted confiesa que se inclina por esa segunda parte, ¿no es así?
-Es cierto. Yo creo que esa segunda parte Cervantes la escribió diez años después. Ahora, como usted dice, cuando hacen esa otra salida ya la gente los conoce y todos son cómplices de la locura de Don Quijote. El ejemplo más evidente sería el de los duques. Cuando ellos llegan al palacio, todo está preparado y arman una serie de bromas para fomentar esa locura de Don Quijote. Luego está la historia de Clavileño, y también podríamos citar al bachiller Sansón Carrasco que quiere curar su locura a Don Quijote. Eso crea una diferencia muy importante entre la primera y la segunda parte.
 
-La frase aquella “nunca segundas partes fueron buenas”, es atribuida a Cervantes. ¡Qué paradoja, no!
-Bueno, según se ha dicho, Cervantes nunca tuvo demasiada confianza en la segunda parte del Quijote. Yo creo, sin embargo, que siempre segundas partes fueron buenas. En esa parte, Cervantes prescinde de esos burdos percances físicos y todo lo que ocurre es distinto. Es sentimental, es psicológico, ya no hay tantos golpes, ya no hay cosas que eran terribles, graciosas y, al mismo tiempo, novedosas, como la aventura de los molinos. Podríamos decir también que cuando Cervantes empezó a escribir Don Quijote, él lo conocía muy poco a Alonso Quijano. Quizá eso suceda con todo libro. Si uno empieza a escribir un libro, uno va compenetrándose con los personajes; en este caso con el personaje Alonso Quijano o Don Quijote. Ahora está aquello que señaló Paul Groussac: que en su primera versión, Don Quijote había sido una novela ejemplar como las otras. En la primera parte, Cervantes vio las posibilidades cómicas para él y para su época, posibilidades que eran graciosas en la acción. En la segunda parte, en cambio, vio las posibilidades patéticas.
 
-Indudablemente eso es lo que hace que todo se desarrolle de una manera distinta y que el personaje también sea distinto...
-Sí. Y en los últimos capítulos, cuando leemos la derrota del hidalgo en Barcelona, su regreso a la aldea, Sancho que se arrodilla y da gracias a Dios, y luego la muerte de Alonso Quijano; es indudable que en esas líneas Cervantes sintió la muerte de Don Quijote como algo propio, como algo muy triste. Triste para los lectores y triste para Alonso Quijano, que muere confesando que no ha sido Don Quijote. Pero también triste para Cervantes, que narra la muerte de su personaje con estas palabras: “entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu: quiero decir que se murió”. En aquel momento, uno espera una frase literaria; una frase ambiciosa, como por ejemplo, las palabras de Shakespeare al morir Hamlet, pero no; se ve que Cervantes está tan emocionado al despedirse de nuestro amigo y de su amigo, que vacila y concluye finalmente con aquellas palabras: “dio su espíritu”, y luego explica: “quiero decir que se murió”, desechando así toda posibilidad retórica. Cervantes está profundamente, sinceramente emocionado al quedarse solo.
 
-Al comienzo del Quijote, las primeras palabras que escribe Cervantes son también sorprendentes. Al leer esas líneas uno ya presiente que está ante un escritor de genio...
-Es verdad. Yo creo que esas palabras iniciales deben ser estudiadas por todos aquellos que escribimos relatos. Yo las recuerdo de memoria; nunca se me han olvidado, y le aclaro que las aprendí de muy chico. “En un lugar de la Mancha -dice Cervantes-, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor...” Esa primera frase es admirable. Cuando uno lee un libro, uno está rodeado de su mundo cotidiano, y luego uno tiene que pasar a otro mundo que es el mundo del libro. Esa frase larga al principio me parece muy acertada, porque cuando uno la lee, ya se ha olvidado de muchas de las cosas que lo rodean. Yo, por ejemplo, leo esa frase y me lleno de ese mundo que nos propone Cervantes.
-No sé si recuerda que en su ensayo sobre el Quijote, al referirse a ese capítulo, Paul Groussac dice que parece una crueldad recordar que Cervantes tenía más tiempo para pulir su estilo ya que esa parte la escribe en la cárcel.
-Bueno, que me perdone Groussac pero yo he llegado a otra conclusión; me parece que esa circunstancia no tiene demasiado que ver con el tono de Cervantes. Tal vez la eficacia del Quijote se debe, sobre todo, a lo que podríamos llamar la voz de Cervantes; una voz amable y natural. Muchas veces él nos cuenta cosas triviales, hechos de una importancia relativa que pueden no agregar mucho, pero las cuenta con cariño. Cervantes se detiene en ciertas circunstancias que en sí no son ingeniosas, pero uno siente que él está atento a todo, que no nos miente en ningún momento. Cervantes siempre está viendo -viendo con la imaginación se entiende- todo lo que nos narra. Y así uno lo siente a Cervantes, siente cómo le agradan a él las pequeñas sorpresas; el hecho de que el caballero del verde gabán tenga un verde gabán; la descripción de la casa... Cervantes está interesado en todo eso, está interesado con indulgencia y con cariño sobre todo y, al mismo tiempo, con cierta sorna.
 
-¿Atribuiría usted la inmortalidad del Quijote a esto último que ha referido sobre su autor?
-Sí. Yo creo que se debe sobre todo a esa voz de Cervantes. Pero voy a decir otra cosa del Quijote que podría decirse también de Hamlet y quizá explicaría más a este último: todos creemos en el príncipe Hamlet, todos creemos en Polonio, todos creemos en Ofelia, podemos creer también en el rey; sin embargo, no creemos en la historia de Hamlet. Eso se debe al hecho de que Shakespeare tomaba una historia cualquiera y luego la imaginaba. Bernard Shaw dijo que en la obra de Shakespeare hay que distinguir siempre los argumentos que son tremebundos y los caracteres que no lo son. Es imposible, por ejemplo, creer en el último acto de Hamlet, donde se matan todos, pero sí creemos en Hamlet. Hamlet es un personaje eterno en la memoria de los hombres. Don Quijote también. En mi prólogo, yo digo que podemos imaginar que en el curso de los siglos, desaparecen todos los ejemplares del Quijote, desaparece el libro, pero que yo estoy seguro de que la imagen del hidalgo y de su escudero no se borrará, porque esos personajes ya son parte de la memoria de los hombres.

Yo Lo Escribi Hace 500 Años!

Miguel de Cervantes Saavedra


(Alcalá de Henares, España, 1547-Madrid, 1616) Escritor español. Cuarto hijo de un modesto médico, Rodrigo de Cervantes, y de Leonor de Cortinas, vivió una infancia marcada por los acuciantes problemas económicos de su familia, que en 1551 se trasladó a Valladolid, a la sazón sede de la corte, en busca de mejor fortuna.
Allí inició el joven Miguel sus estudios, probablemente en un colegio de jesuitas. Cuando en 1561 la corte regresó a Madrid, la familia Cervantes hizo lo propio, siempre a la espera de un cargo lucrativo. La inestabilidad familiar y los vaivenes azarosos de su padre (que en Valladolid fue encarcelado por deudas) determinaron que su formación intelectual, aunque extensa, fuera más bien improvisada. Aun así, parece probable que frecuentara las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca, puesto que en sus textos aparecen copiosas descripciones de la picaresca estudiantil de la época.
En 1569 salió de España, probablemente a causa de algún problema con la justicia, y se instaló en Roma, donde ingresó en la milicia, en la compañía de don Diego de Urbina, con la que participó en la batalla de Lepanto (1571). En este combate naval contra los turcos fue herido de un arcabuzazo en la mano izquierda, que le quedó anquilosada. Cuando, tras varios años de vida de guarnición en Cerdeña, Lombardía, Nápoles y Sicilia (donde adquirió un gran conocimiento de la literatura italiana), regresaba de vuelta a España, la nave en que viajaba fue abordada por piratas turcos (1575), que lo apresaron y vendieron como esclavo, junto a su hermano Rodrigo, en Argel. Allí permaneció hasta que, en 1580, un emisario de su familia logró pagar el rescate exigido por sus captores.

Ya en España, tras once años de ausencia, encontró a su familia en una situación aún más penosa, por lo que se dedicó a realizar encargos para la corte durante unos años. En 1584 casó con Catalina Salazar de Palacios, y al año siguiente se publicó su novela pastoril La Galatea. En 1587 aceptó un puesto de comisario real de abastos que, si bien le acarreó más de un problema con los campesinos, le permitió entrar en contacto con el abigarrado y pintoresco mundo del campo que tan bien reflejaría en su obra maestra, el Quijote, que apareció en 1605. El éxito de este libro fue inmediato y considerable, pero no le sirvió para salir de la miseria. Al año siguiente la corte se trasladó de nuevo a Valladolid, y Cervantes con ella. El éxito del Quijote le permitió publicar otras obras que ya tenía escritas: los cuentos morales de las Novelas ejemplares, el Viaje del Parnaso y Comedias y entremeses.
En 1616, meses antes de su muerte, envió a la imprenta el segundo tomo del Quijote, con lo que quedaba completa la obra que lo sitúa como uno de los más grandes escritores de la historia y como el fundador de la novela en el sentido moderno de la palabra. A partir de una sátira corrosiva de las novelas de caballerías, el libro construye un cuadro tragicómico de la vida y explora las profundidades del alma a través de las andanzas de dos personajes arquetípicos y contrapuestos, el iluminado don Quijote y su prosaico escudero Sancho Panza.
Las dos partes del Quijote ofrecen, en cuanto a técnica novelística, notables diferencias. De ambas, la segunda (de la que se publicó en Tarragona una versión apócrifa, conocida como el Quijote de Avellaneda, que Cervantes tuvo tiempo de rechazar y criticar por escrito) es, por muchos motivos, más perfecta que la primera, publicada diez años antes. Su estilo revela mayor cuidado y el efecto cómico deja de buscarse en lo grotesco y se consigue con recursos más depurados. Los dos personajes principales adquieren también mayor complejidad, al emprender cada uno de ellos caminos contradictorios, que conducen a don Quijote hacia la cordura y el desengaño, mientras Sancho Panza siente nacer en sí nobles anhelos de generosidad y justicia. Pero la grandeza del Quijote no debe ocultar el valor del resto de la producción literaria de Cervantes, entre la que destaca la novela itinerante Los trabajos de Persiles y Sigismunda, su auténtico testamento poético.

Imagenes... Mas Que Mil Palabras!










La Canción de Grisostomo

En la canción de Grisostomo se expresan los sentimientos de Grisostomo en su etapa final de la vida en la que contaba como su amor hacia Marcela no le era correspondido ya que él le ofrecía todo su amor y sin embargo ella le rechazaba continuamente.
Así durante todo el cantar se repiten constantemente palabras como confusión, celos, ausente, desdeñado, mil heridas dentro del corazón de Grisostomo y un sentimiento desconcertador de la vida, sin olvidar la belleza física y espiritual de Marcela.
Cuando terminó todos se dieron cuenta de la crueldad de Marcela y Ambrosio, amigo de Grisostomo, añadió que este cantar lo había escrito mientras Marcela se encontraba ausente.
Al acabar este cantar apareció Marcela diciendo que ella no tenia culpa de la muerte de Grisostomo ya que si tuviera que corresponder todos los amores que le han declarado no acabaría nunca. También añadió que él era libre y que el amor también debía serlo siendo de esta manera un amor voluntario y en ningún caso forzado. Además comento que ella vivía en las montañas para no molestar a nadie y para vivir sola, que culpa tenia ella de que Grisostomo se hiciera ilusiones sin darle ella ninguna esperanza.
En cuanto concluyo Marcela Don Quijote la respaldó inmediatamente diciendo que ella no había tenido la culpa de la muerte de Crisónomo.
Una vez que enterraron a Grisostomo, Don Quijote se despidió de todos y a su vez unos pastores le dijeron que podía ir a Sevilla, tierras de grandes aventuras, pero Don Quijote no aceptó hasta que no acabase todo el mar de por la zona.


Llamado a la no violencia contra la mujer

El mismo cervantes escribe esta historia que es un vivo retrato de su acuerdo con la no violencia en cualquiera de sus formas hacia la mujer.
Cantidad de mujeres han sido juzgadas a través de la historia tan solo por un hombre que se sintio inconforme o que decidio ponerla en mal nombre frente a todos por el rechazo que les hicieron...
Marcela es una mujer descrita en la obra como una maravilla, ya que poseia valores espirituales y aparte de ello era muy hermosa, mas sin embargo es juzgada como una vil y cruel mujer que solo se aprovecho del enamoramiento del pobre Grisostomo.
Violencia no es solo golpear o matar a alguien, tambien es una manifestacion de violencia juzgar a las demas personas por las decisiones q estas han tomado, es atacar contra su libertad, porque, qué habria pasado con Marcela si debido a la presión de un pueblo que le dice "cruel" por rechazar a un  hombre, esta hubiese accedido a los requerimientos de Grisostomo y hubiese tenido que pasar el resto de su vida atada e infeliz...
Este tipo de historias pasaron hace 500 años y aun asi hoy en dia se ve esto, pero peor, porque actualmente cualquier mujer que decida rechazar una proposicion, en muchos es violentada fisicamente por su pretendiente, o es criticada y puesta en falsos rumores por este mismo con el fin de ... "si no es mia, no es de NADIE", o de... "me la consigo porque me la consigo asi me toque matar y comer del muerto", y cada dia mas este tipo de cosas aumentan en nuestra sociedad. Entonces no nos sirve tener escuelas para la educacion d elas mujeres que quieren salir adelante por si solas porque las ven como un simple instrumento para tener hijos, para barrer la casa, para adornar al marido, para servirle en lo que sea a su marido, descuidando por completo sus sueños, metas y expectativas.
HACE 500 AÑOS LO DIJO CERVANTES! PERO HACE UNOS DIAS EL NOTICIERO VOLVIÓ A REPETIRLO CON OTRO EJEMPLO PEOR.
ELMUNDO DEBE PROGRESAR, TENEMOS QUE MOVERNOS CON EL PLANETA Y NO SEGUIR EN SITUACIONES DE LAS QUE LOS MISMOS ESCRITORES NOS PLASMARON EN SUS OBRAS HACE MUCHO TIEMPO...